Las grandes dificultades traen en sí su propia solución, nos obliga a cambiar nuestra forma de pensar para encontrar la solución.
Y en ese camino de cambios nos damos cuenta que no podemos controlar todo lo que nos sucede a nuestro alrededor, pero si podemos controlar lo que ocurre dentro de nosotros. Algunos reconoceremos que vale la pena vivir la vida, a pesar de todos los desafíos, incomprensiones y periodos de crisis.
Que nuestra felicidad depende de lo que llevamos, creamos y no lo que incorporamos a nuestros entorno como un par de zapatos, una cartera o un carro nuevo. Ser feliz no es destino, sino una conquista para quien sabe viajar para adentro de su propio ser, es dejar de ser victimas de los problemas y volverse actor de la propia historia..
Para buscar eso que llamamos felicidad es no tener miedo de los propios sentimientos, es saber hablar de si mismo, es tener coraje para oír un “no”y mucha seguridad para recibir una crítica, aunque sea injusta.
Ser feliz es dejar vivir a la criatura libre, alegre y simple, que vive dentro de cada uno de nosotros, si aferrarse al momento que ya pasó con resentimientos ni pensar lo que te depara mañana, porque ese día lo estas creando hoy.
Más bien disfruta el ahora.