Postergamos todo como si fueramos inmortales. Siempre criticando a la gente sin darnos cuenta que lo que vemos en el otro está en nosotros mismo. Reflejamos lo bueno y lo malo que llevamos dentro. Ya sea por creencias, por lo que nos han enseñado nuestros padres o por lo que traemos de nuestros ancestro. Y para colmo nos aferramos a nuestros malos recuerdos como si no quisiéramos olvidarlos.
