Nadie puede hacerte feliz, y tampoco nadie puede hacerte infeliz.
Más bien, estás siendo invitado
constantemente a encontrarte con lo que permanece sin ser encontrado
en ti mismo, a tocar aquello que nunca quisiste tocar, a explorar el vasto campo de tu propia existencia.
Hacer a otros responsables por cómo
nos sentimos constituye el origen de toda violencia, (tanto interna como externa), y todos los conflictos entre las personas.
Deja a los demás en sus historias, y honra lo que está vivo ahora mismo en ti, aprende a abrazar tus propios sentimientos como niños amados, aunque ardan y griten por tu atención intensamente.
Celebra la vida.
Arrodillate ante el poder de tu enojo, honra
la ardiente creatividad de tu miedo.
Desde este lugar profundo estás completo da aceptación, nadie más puede darte eso o quitártelo.
No busques felicidad, se la felicidad y conócela desde tu misma esencia.