Existen muchas personas siempre hablando, juzgando o criticando a otros, que no miden lo que dicen. Hablan sin pensar de su prójimo, no miden consecuencias, no tienen compasión, no les importa nada. Y no saben que todo lo malo que uno hace regresa multiplicado. Años después lamentan su “mala suerte”. Pues no fue mala suerte, fue mala siembra, porque todo vuelve multiplicado.
Esa es la ley.
Lo que sembramos, eso vamos a cosechar. Por eso si no tienes nada bueno que decir, no digas nada. No hablar de nadie es la mejor forma de hablar bien de ti.